Hotel Tomboctou

Le hemos dado este nombre para rememorar las antiguas rutas de las caravanas.

Desde hace siglos, el puerto de Telouet ha sido un punto de paso obligado para las caravanas que iban de Marrakech hacia el valle del Drâa y el caíd de Telouet vio acrecentarse sus riquezas gracias a los derechos de protección abonados por los mercaderes, lo que le permitió construirse la enorme kasba aún visible y llegar a dominar toda la región.

En 1884, Charles de Foucauld escribió:

«Telouet es una fracción de los Glaoua: comprende un cierto número de pueblos, esparcidos unos junto a otros en una pequeña llanura fértil. Uno de ellos, Imaounine, es la residencia del caíd El Glaoui. El aspecto exterior de las construcciones anuncia la prosperidad: casas altas y bien construidas. Los árboles todavía no son numerosos; se ven algunos cerca de las viviendas: son tiemblos, higueras, nogales; también crecen vides. Una multitud de arroyos descienden de la cresta del Atlas y riegan el suelo».

Le hemos dado este nombre para rememorar las antiguas rutas de las caravanas.

Situada en la meseta del Adrar, Chinguetti constituyó en la Edad Media una de las principales etapas de la ruta de caravanas occidental y también un núcleo cultural de primer orden. Estaba considerada la séptima ciudad santa del Islam. Pero a partir del siglo XII se vio desbancada por su vecina Ouadane.

Hoy sólo es un pueblecito medio colmatado de arena. Se llega por una pista difícil de 100 km desde Atar (Mauritania).

Bernard Nantet escribió en L’invention du désert, página 313:

«En el Adrar, Chinguetti, nacida de una ciudad más antigua, Birou, en la ruta transahariana, se convirtió en el punto de reunión de los peregrinos que iban a La Meca. Su mezquita es la más respetada del país y Chinguetti es para los mauritanos una de las ciudades santas del mundo musulmán».

Le hemos dado este nombre para rememorar las antiguas rutas de las caravanas.

Desde la Edad Media y hasta el siglo XIX, Beni Sbih fue la principal ciudad del oasis de Ktaoua, en el valle del Drâa, punto de partida de las caravanas hacia Tombuctú. Hoy sigue siendo un pueblo importante rodeado de murallas y aún habitado, accesible por una carretera de 3 km desde Tagounite.

Mármol Carvajal escribió en 1572:

«Beni Sbih está dividido en dos y encerrado en una sola muralla; Es una de las principales localidades de la provincia (...). Hoy contiene muchos arcabuceros y ballesteros. Y para la tranquilidad y la seguridad del Drâa, el rey de Marruecos tiene en ella un gobernador con guarnición, que protege a los habitantes contra las incursiones de los Uled Celim».

Le hemos dado este nombre para rememorar las antiguas rutas de las caravanas.

Perdida en pleno desierto, la salina de Taoudeni se convirtió en el siglo XVI en una etapa habitual de las caravanas, en sustitución de su vecina Traza invadida por los Saadíes. Hoy es un pueblecito accesible por una pista difícil de 700 km desde Tombuctú (Malí).

René Caillié escribió en 1828:

«Es de Taoudeni de donde se extrae toda la sal que se exporta de Tombuctú a Jenné, y de esta ciudad a todo el Sudán. Las minas de sal están a tres pies y medio o cuatro pies de profundidad bajo el suelo y por capas muy espesas; la extraen en bloques, laminándola luego en planchas. Estas minas constituyen la riqueza del país; son explotadas por esclavos negros vigilados por moros y que no disponen para alimentarse más que de arroz y de mijo traídos de Tombuctú, guisados con carne de camello secada al sol».

Le hemos dado este nombre para rememorar las antiguas rutas de las caravanas.

Primera gran ciudad del Marruecos islamizado y capital de un reino desde 757, Sijilmassa se convirtió a partir del siglo XI en el principal centro de comercio de las caravanas, en comunicación con Tlemcen y Fez por un lado, Tombuctú y Gao por el otro. Pero en el siglo XIV fue destruida por las guerras intestinas y hoy sólo quedan restos de su muralla cubiertos de arena, a la entrada de Rissani.

El Bekri escribió en 1068:

«Sijilmassa se sitúa en una llanura cuyo suelo está impregnado de sal. Está rodeada de arrabales. En el interior se ven hermosas mansiones y edificios magníficos. Posee un gran número de vergeles. La parte inferior de la muralla que la ciñe es de piedra y la parte superior de adobe. Los habitantes llevan siempre el nicab, un velo que les oculta el rostro, y si, por casualidad, alguno de ellos se deja ver con la cara descubierta, sus parientes cercanos no le reconocen».

Le hemos dado este nombre para rememorar las antiguas rutas de las caravanas.

En el siglo X, Audaghost era la capital de un reino bereber muy próspero y una importante etapa de las caravanas que iban de Chinguetti a Tombuctú. Sometida por el imperio de Ghana y luego por los almorávides, declinó a partir del siglo XII. Hoy no queda de la antigua ciudad más que algunas piedras y unos pozos a los que acuden los nómadas. Se llega hasta allí por una pista muy difícil de 150 km partiendo de Kiffa (Mauritania).

El Bekri escribió en 1068:

«Audaghost, ciudad grande y muy poblada, está construida en una llanura arenosa, al pie de una montaña absolutamente estéril y desprovista de vegetación. Audaghost contiene una mezquita, varios oratorios y una población considerable. En tales establecimientos se encuentran maestros que enseñan a leer el Corán. En torno a la ciudad se extienden los palmerales».

Le hemos dado este nombre para rememorar las antiguas rutas de las caravanas.

Fundada en el siglo IX, la ciudad de Fez constituyó a lo largo de la historia uno de los principales puntos de partida y de llegada de las caravanas, en comunicación con Tlemcen, Sijilmassa, Marrakech y los puertos del Mediterráneo. Capital de los Idrisíes, de los Meriníes y de los Alauitas, ha sido siempre el centro cultural y religioso más importante de Marruecos. Todavía hoy es la cuarta ciudad del país en número de habitantes.

En 1828, René Caillié escribió:

«Fez está situada en una especie de embudo formado por altas montañas llenas de bosques, de las que descienden varios potentes arroyos que riegan la campiña y proporcionan a la ciudad un agua excelente. En todas estas mezquitas hay fuentes y, en muchas calles, manantiales destinados a saciar la sed de los transeúntes.

«En ella se ven varios molinos de agua para moler los granos. La ciudad medirá cuatro millas de perímetro, según he podido juzgar observándola de lo alto de una montaña; se extiende del este al oeste. Está rodeada por una doble muralla de ladrillos, bien hecha, con frontones que le sirven de ornamentación de distancia en distancia; puede medir unos doce o trece pies de altura. Se entra por una gran puerta, de una regularidad de construcción que me ha sorprendido; forma un arco de triunfo, bajo el cual vi establecidos numerosos mercaderes de comestibles».

Le hemos dado este nombre para rememorar las antiguas rutas de las caravanas.

Oasis perdido en el desierto mauritano, Tichit constituía en el siglo XVI una etapa importante para las caravanas que iban de Ouadane a Tombouctou. Hoy queda un pueblecito, accesible sólo en avión o bien por un itinerario de 200 km a través del desierto, sin pista visible, a partir de Tidjikja (Mauritania).

Bernard Nantet escribió en L’invention du désert, p. 131:

«Los habitantes del Dchar Tichit pertenecen al periodo que vio las poblaciones abandonar los lugares afectados por una excesiva aridez refugiarse allí donde la vida era aún posible (...). Establecidas prioritariamente, como siempre, junto a los puntos de agua, las poblaciones acompañaron su desecación».

Le hemos dado este nombre para rememorar las antiguas rutas de las caravanas.

Fundada por los almorávides en el siglo XI, Marrakech fue a lo largo de la historia una de las capitales del imperio marroquí y uno de los principales puntos de partida del comercio transahariano.

Alí Bey escribió en 1803:

«La ciudad de Marrakech o Marruecos, antigua capital del reino del mismo nombre, arruinada por una sucesión de guerras desastrosas y despoblada además por el azote de la peste, no es hoy más que una sombra de su pasado esplendor. Una población de casi setecientos mil habitantes, en el momento de su grandeza, daba vida y movimiento a la agricultura, a las artes y al comercio del país; hoy es de apenas treinta mil almas».

Le hemos dado este nombre para rememorar las antiguas rutas de las caravanas.

A partir del siglo XII, Ouadane sustituyó a su vecina Chinguetti en la ruta occidental de las caravanas. Con la apertura de la salina de Idjil se convirtió en una etapa clásica, utilizada hasta el siglo XIX. Hoy la ciudad antigua está en ruinas y junto a ella hay un pueblecito de nueva construcción. Para llegar, hay que tomar una pista difícil de doscientos kilómetros desde Atar (Mauritania).

León el Africano escribió en 1525:

«Ouadane es un pueblo situado en el desierto de Numidia. Está habitado por una población pobre y ordinaria y allí no crece más que una reducida cantidad de dátiles. Los habitantes están faltos de recursos y viven casi desnudos. No pueden salir de su pueblo a causa de su mala relación con sus vecinos (...). Son hombres más negros que blancos».

Le hemos dado este nombre para rememorar las antiguas rutas de las caravanas.

Desde el siglo XIII, Gao era —como Tombuctú— uno de los puntos de llegada de las caravanas procedentes de Sijilmassa. En el siglo XX, cuando el camión sustituyó al dromedario y las caravanas dejaron de circular, Gao supo mantener su importancia convirtiéndose en el punto final de la pista del Tanezrouft. Todavía hoy se cuenta entre las principales ciudades de Malí y su mercado es uno de los más vistosos del país.

En 1525, Lleón el Africano escribió:

«Gao es una gran ciudad sin murallas; se encuentra a unas cuatrocientas millas de Tombuctú, al sudeste, y la mayor parte de las viviendas son feas, pero hay algunas con buen aspecto en las que residen el rey y su corte. Los habitantes son ricos mercaderes que se desplazan sin parar por la región con sus mercancías. Llegan a Gao un infinito número de negros con grandes cantidades de oro para comprar objetos importados de la Berbería o de Europa, pero nunca encuentran bastantes artículos para gastar todo su oro y tienen que llevárselo a casa de regreso».

Le hemos dado este nombre para rememorar las antiguas rutas de las caravanas.

Situado entre el Atlas y el valle del Drâa, el ksar Taourirt formaba parte de la ruta central de las caravanas hasta el siglo XIX. Hoy se conserva en buen estado y constituye la parte antigua de Ouarzazate. Cuenta con una enorme casba de El Glaoui.

Emille Laoust escribió en 1932:

«En el distrito de Ouarzazate, las poblaciones pobres y apacibles se componen en su gran mayoría de haratín [agricultores de piel oscura], de bereberes blancos y de judíos, a merced de unos pocos señores, entre ellos el jalifa de los Glaoua, Si Hammadi, hermano mayor del pachá de Marrakech. Tiene su residencia en el ksar Taourirt, el más importante del distrito. Su magnífica mansión domina desde cierta distancia la masa leonada de casitas de tierra, con las fachadas decoradas, agrupadas en torno a las estrechas callejuelas y, en su conjunto, de una apariencia bastante buena».

Le hemos dado este nombre para rememorar las antiguas rutas de las caravanas.

En la Edad Media, Oualata constituía una de las principales etapas de las caravanas, hasta ser sustituida por Tombuctú. Hoy no es más que un pueblecito en pleno desierto, sin la menor actividad, pero conserva la belleza de su arquitectura tradicional. Se llega por una pista arenosa de 100 km desde Néma (Mauritania).

Ibn Batuta escribió en 1352:

«En el poblado de Iwalaten [Oualata] el calor es tórrido. Hay algunas palmeritas, a cuya sombra cultivan melones. El agua la extraen de bolsas que hay bajo la arena. La carne de cordero abunda y la gente viste buenas ropas egipcias. La mayor parte de los habitantes son Masufa; sus mujeres, muy hermosas y más consideradas que los hombres.

«Asombra la condición de esta etnia por sus raras costumbres. Los hombres nunca tienen celos de las mujeres ni toman el nombre de su padre, sino el de su tío materno (...). Allí las mujeres tienen amigos y compañeros de fuera y del mismo modo los varones mantienen amistad con mujeres ajenas a la familia. Así, por ejemplo, un hombre entra en su casa y encuentra a su esposa en compañía de un amigo y no desaprueba tal conducta».

Le hemos dado este nombre para rememorar las antiguas rutas de las caravanas.

De origen muy antiguo, el pueblo de Tamegroute es conocido principalmente por su Zagüía Nasseria, fundada en el siglo XVI. Como los demás puntos de paso de las caravanas, constituía un enclave cultural y religioso de primer orden. Todavía cuenta con una importante biblioteca de manuscritos. Se llega hasta allí por la carretera que va de Zagora a Mhamid.

Mármol Carvajal escribió en 1572:

«Tamegroute es una pequeña ciudad a diez leguas de Tagoumadert. Está en la orilla del río Drâa y posee un castillo bastante bueno, donde hay artillería y un gobernador con algunas tropas. Es uno de las principales lugares habitados por los drauis y la más antigua localidad de la provincia. Crecen muchos dátiles».

Le hemos dado este nombre para rememorar las antiguas rutas de las caravanas.

Al lado de Beni Sbih, Beni Hayoun fue durante siglos uno de los principales centros mercantiles del oasis de Ktaoua, en el valle del Drâa, punto de partida de las caravanas hacia Tombuctú. Hoy es un pueblo grande, habitado aún pero que ha perdido el carácter fortificado y accesible por una carretera local de 3 km desde Tagounite.

Lleón el Africano escribió en 1525:

«En esta provincia [el oasis de Ktaoua] hay algunos artesanos y judíos orfebres, en el camino que va de Fez a Tombuctú. Asimismo se encuentran en este país cuatro o cinco ciudades, donde residen numerosos mercaderes extranjeros y de la propia zona, con lo cual están equipadas de templos y de tiendas bien abastecidas».

Antigua capital de la tribu Mezguida, el ksar Tamnougalt constituía una de las etapas importantes de las caravanas en el valle del Drâa. Hoy está parcialmente abandonado pero conserva su belleza arquitectónica y ha sido objeto de un programa de rehabilitación.

Charles de Foucauld escribió en 1884:

«Tamnougalt es un hermoso ksar, residencia de Abderrahmane Ben Hassen, jeque hereditario de Mezguida, y capital de este distrito. Como todo el Drâa, está poblada exclusivamente de haratín [agricultores de piel oscura]. Mezguita se compone de la línea de cultivos y de ksur que acompaña las dos orillas del río Drâa; no se extiende más allá del valle propio del río».